En el Instituto Municipal de Cultura de Manzanillo, de un tiempo para acá se han puesto las pilas, y de las grandes. Convocatorias por aquí, por allá, por debajo de la cama, en los alimentos, ¡por todos lados!
Todos los días me encuentro con nuevas convocatorias y anuncios de eventos a realizarse en mi pueblo marino, ahí, llegando a mi correo electrónico. Además de talleres y espectáculos culturales, ahora han lanzado una convocatoria muy interesante para un concurso de microcuento, exclusivo para originarios y/o residentes del puerto:
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Por un momento pensé en participar -como si no tuviera ya bastante en qué ocuparme-, sin embargo, no sólo me desanimó el hecho de que escribo dramas que dan risita y comedias depresivas, sino también que quien decide cuál microcuento es el mejor, es la gente de Facebook a través de sus like's -el que tenga más like's, gana-.
Lo bueno es que quien elige a los mejores 5 para ponerlos luego a votación, será un jurado hasta la fecha de identidad desconocida -pero ya imagino quiénes lo integrarán-. Lo malo y lo feo es por supuesto la mecánica que se utilizará para seleccionar a los ganadores. Terrible.
Entiendo que nos dejemos llevar por la maravilla que representan las redes sociales, el poder de masificar y facilitar las cosas, pero estos concursos deberíamos dejarlos para ganar entradas a conciertos, convivencias con artistas, qué sé yo, y no para elegir la calidad de un texto literario. Según mi experiencia, quien suele ganar estos concursos no es el mejor, sino el que tiene más amigos. Si el escritor del mejor microcuento es tan asocial como yo, ya valió, me parece.
A partir de esta convocatoria, recuerdo con tristeza la vez que concursé para ganar una convivencia con Yelle. Yo amaba la música de Yelle, tenía sus discos, seguía su carrera, sabía el nombre y más datos inútiles de cada uno de sus integrantes... Sin embargo, no tenía muchos amigos en Facebook capaces de dedicar 3 segundos a darle like a la fotito que subí, y perdí. Quien ganó por bastante diferencia fue una conocida fan de otra artista francesa que hasta la fecha de la convivencia se vino a enterar del nombre de la vocalista de Yelle. A partir de entonces, no duermo, no sé cocinar, lloro por las mañanas y desconfío de esos concursos en Facebook.
Ya veremos cómo termina esto. Por lo pronto, ya es bueno que se esté convocando para conocer la creatividad porteña.
A partir de esta convocatoria, recuerdo con tristeza la vez que concursé para ganar una convivencia con Yelle. Yo amaba la música de Yelle, tenía sus discos, seguía su carrera, sabía el nombre y más datos inútiles de cada uno de sus integrantes... Sin embargo, no tenía muchos amigos en Facebook capaces de dedicar 3 segundos a darle like a la fotito que subí, y perdí. Quien ganó por bastante diferencia fue una conocida fan de otra artista francesa que hasta la fecha de la convivencia se vino a enterar del nombre de la vocalista de Yelle. A partir de entonces, no duermo, no sé cocinar, lloro por las mañanas y desconfío de esos concursos en Facebook.
Ya veremos cómo termina esto. Por lo pronto, ya es bueno que se esté convocando para conocer la creatividad porteña.
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