Mi acercamiento a Lorrie Moore

En otras ediciones: Como la vida misma
Recordando cuál libro había marcado definitivamente mi forma de ver, disfrutar y buscar literatura, encontré que no fue El día que la vea la voy a matar de Fadanelli, sino Como la vida de Lorrie Moore. 

Lo encontré en uno de los tianguis de libros que solían hacer en Manzanillo, junto a libros de literatura clásica y recetas para convertirse en millonario. Tenía 17 años y lo único que había leído (a pesar de mi inclinación por la escritura ficcional desde los 6 ó 7 años) habían sido poemas del romanticismo cursi de Acuña, cuentos infantiles y un par de noveletas de autoayuda.

Al leer los cuentos de Moore (Nueva York, 1957), me di cuenta de que algo andaba mal en sus narraciones, no podía parar de reír al leerla en algunos pasajes -muchos, especialmente del cuento "Además, usted es fea"-, pero me percataba de que el humor era negro, que las relaciones entre los personajes no eran comunes (pensaba como lectora de Sheccid), eran reales (aquí despertaba la malicia lectora). Esta mujer me iniciaba en el realismo contemporáneo, en la ironía posmoderna.

Portada reedición 2010

A los 18 años entré a la licenciatura en Letras Hispanoamericanas y leí con gusto novelas, cuentos y poemas de distintos autores, y me encantaban por supuesto, pero no fue sino hasta los 19-20 años que conocí a Guillermo Fadanelli (DF. 1962) en El día que la vea la voy a matar. Encontrarme con él fue un reencuentro con Moore, con la ironía, el humor ácido. No obstante, Fadanelli era mucho menos sutil que la Norteamericana, era directo, soez, grotesco, violento, cínico, y eso me maravilló tanto que a partir de ese libro de cuentos busqué sus novelas, más cuentos, ensayos, y hasta videos, e hice mi tesis de licenciatura sobre "Ruptura e ironía en Educar a los topos de Guillermo Fadanelli".




Al tiempo que hacía mi tesis, encontré que Fadanelli era lector de Charles Bukowski -el maestro de tantos-. Bukowski me llevó al Beat completo y tiempo después descubrí que Lorrie Moore era llamada heredera de todas esas generaciones que optaban por reflejar en sus textos la realidad de su entorno. No andaba tan perdida, me dije, ya estaba predestinada a leer sobre nuestras caídas cotidianas y maravillarme con ello. Ahora busco como desesperada Pájaros de América, de Moore, calificado por algunos como su mejor obra. Ya veremos.

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