Poemitis contagiosa

Ayer por la noche leía en el muro de un reconocido escritor colimense un poema a su esposa, y me encantó, tanto que cambió mi estado de ánimo. Leí más poemas, escuché algunos en YouTube, e incluso traté de aprovechar mi estado epifánico para escribir un intento de poema.

A estas alturas mis poquísimos lectores (qué bonito que de vez en cuando llegan por error aquí) sabrán que escribo muy mal, mi inspiración no da más que para darme penas, pero qué importa. Ya me resigné a que seré siempre una poeta y cuentista frustrada. También por eso, qué bueno que estoy estudiando análisis socio-literario, para vengarme de los escritores talentosos >:)   No, nocierto.  


Ahora que tengo ganas de enamorarme, quiero hablar de ti.
Tendremos que hablar de ti en el seminario de tesis, abordarte desde aristas literarias,
Buscar teorías que expliquen tus ademanes extradiegéticos,
aventurarnos en la hipótesis de que tú completo destellas cual constelación mitológica.
Hoy sí me quiero enamorar y dejar caer las cuartillas níveas, ignorar aquello que te hace lejano.
Vamos a aterrizar en ti después de todas las horas a la deriva, abrocharnos tus brazos al caer, lento y luego de golpe.
Necesitamos analizarte hasta el cronotopo, así como revisar los personajes que llevas en las maletas.
Ábrete, ábrete sésamo, expándete que todos han de necesitarte para volver a tener fe poética.
Hay versos para un hombre como tú que no se han escrito,
tendríamos que redactar largos poemarios y presentarlos en el teatro Hidalgo, a la escucha de sus años expectantes.
Ahora quiero hablar de ti y leerte como los japoneses: de atrás para adelante,
Hay que conocer tu desenlace para poder evitarlo, gente como tú debe ser constante.
Ahora quiero viajar contigo abierto, acércate, mírame con el arcaico imaginario depositado en tus ojos.





:B

Comentarios