Hoy no tengo ganas de escribir sobre movimientos, sobre personajes políticos, sobre la demagogia, sobre cómo nos enfrentamos unos contra otros en nombre de candidatos, cómo nos coartamos entre todos la libertad -nosotros somos la libertad, entonces...- Sólo querría transcribir un poema que tengo anotado en una vieja libretita de tareas que usaba en la licenciatura.
En la bandera de la Libertad
bordé el amor más grande de mi vida.
¡Yo soy la Libertad, herida por los hombres!
¡Amor, amor, amor, y eternas soledades!
Amas la libertad por encima de todo,
pero yo soy la misma Libertad. Doy mi sangre,
que es tu sangre y la sangre de todas las criaturas.
¡No se podrá comprar el corazón de nadie!
Ahora sé lo que dicen el ruiseñor y el árbol.
El hombre es un cautivo y no puede librarse.
¡Libertad de lo alto! Libertad verdadera,
enciende para mí tus estrellas distantes.
Federico García Lorca
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