Tengo alguna deficiencia a la hora de conversar con la gente, eso o no sé qué pasa. Soy buena para convertir momentos normales en incómodos, y no por comentar cosas desagradables o porque me haga la pesada, es sólo que no reacciono normal.
Basta con recordar aquella ocasión en la que el hijo del casero vino por el dinero, se lo di y me quedé viéndolo fijamente, sin decir nada, sin expresión. Podría pensarse que él me gustaba o por el contrario, que me molestaba, pero no, nada de eso. Simplemente, mientras él me veía cuestionando interiormente qué más faltaba (sólo era necesario decir gracias, buenas noches, o algo así) yo me desconecté. En fin, sabrá Dios qué habrá pensado de mí.
En cuanto a las veces en que no me quedo callada, resulta que a menudo contesto incoherencias o cosas que no van. Estos son mis clásicos:
Cuando un amigo me presentó a un amigo suyo:
Amigo: Te presento a Fulano
Krishna: Felicidades [mientras estrecho la mano de Fulano]
Cuando me bajé de un taxi:
Taxista: Que descanse
Krishna: Usted también
Cuando se despedía mi casero después de arreglar una lámpara:
Casero: Hasta luego
Krishna: A usted
Será que no escucho y sólo pongo el piloto automático, o la noche, o la lluvia.
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