Me gusta la poesía


He llegado al grado máximo de comprensión de mí misma por lo menos con respecto a esto. No es que no me guste la poesía, porque me gusta. No me gustan los poetas, ellos no, ni un poco. O quizá me gusten las personas aunque sean poetas, pero no cuando lo son conscientemente, mientras beben una cerveza artesanal y un puñado de cacahuates -porque los poetas siempre tienen hambre, hay que acercarles siempre alguna botana qué picar-, y menos todavía, cuando hablan de la poesía. En esos momentos me podría convertir en una asesina serial dentro de mis fantasías (sólo ahí, porque no sabría qué hacer luego con los cuerpos).

Sólo era eso. Buen día.


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