Primer debate presidencial, México 2018



Anoche vi el primer debate entre los candidatos a presidente (a) de este país "descosido", y en efecto, las propuestas que escuché me parecieron "rotas". Tanto Meade, Anaya y Margarita me recordaron un avance del capítulo siguiente, en una serie de terror de esas que tienen continuidad; su propuesta en el tema de seguridad es continuar con el mismo plan aunque según ellos, cambiando estrategias que, desde mi punto de vista, son lo mismo pero maquilladas, para terminar de nuevo en resultados fallidos.

Andrés Manuel, al tiempo que evitaba las balas que le proyectaban (sin enfrentarlas como habría hecho un verdadero Mesías al estilo Neo de Matrix), insistía en que era honesto, honrado y que no traicionaría al pueblo. Al final, el debate se trató de si son buenas personas o no, si son corruptos o no, al diablo con las propuestas, aquí solo hubo cabida para Pedro el bueno y Jorge el malo, en una emboscada para que el candidato puntero perdiera credibilidad.

El Bronco, por su parte, fue el show de medio tiempo de un espectáculo venido a menos. Toda obra, por más terrible que sea, necesita un toque de humor no importa si es desde el absurdo, para que resulte más llevadera. Este señor, cuyo nombre ni siquiera recuerdo (por el contrario del de Meade, que nos lo dijo cada vez que intervenía), es una broma.

Margarita, como quien vive encerrada en su casa con su familia tradicional sin hijos gais y con un crucifijo pegado a la cabecera de su cama, no se enteró de que el discurso en el que una mujer que quiere poder apela a que las otras mujeres se sientan identificadas con ella porque:

"(es) mujer como cualquiera
con dudas y soluciones
...
Realista y soñadora
sumisa por condición
mas independiente por opinión..."

... no funciona. Debió preguntarle a Josefina Vázquez Mota. 

Meade, pese a que es suficientemente buen orador, se nota su preparación profesional, y se aprendió muy bien sus frases hechas (incluyendo su nombre y el chiste de si AMLO se desmayaba volvería en No, en lugar de en Sí), entró y salió caminando del debate sin ser visto como quien entra al serpentario de un zoológico y sale sin mayor problema, siendo él mismo una serpiente fugitiva.

Anaya, el alumno más aplicado que hace un trabajo en equipo y lo presenta como individual, fue el ganador del debate desde mi punto de vista, únicamente por ser quien se expresó mejor y expuso más claramente sus propuestas (buenas o malas); pero ojo: no porque Peña era el más guapo de los candidatos, nos fue bien; no porque Anaya sea el mejor orador de los candidatos, nos iría bien. 

AMLO, por su parte, se dedicó a ignorar los ataques para tratar de no perder puntos. Sus propuestas son tan románticas como las de Margarita; son burbujas de fantasía hechas con distinto jabón, pero al fin fantasías. Pese a esto, es el único que propone cortar la continuidad de esa serie mala, e intentar algo diferente, así sea aliándose y pactando con el diablo mismo, con tal de ganar.

Esperemos a ver el siguiente debate y qué nuevos trapitos le sacarán a López Obrador (porque sí, se va a tratar de él hasta el cansancio, hasta quebrar el cantarito de la piñata). 

Cartón de la revista El Chamuco. Tomado de Twitter.


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